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lunes, 27 de febrero de 2012

EL CARNAVAL

   La celebración del Carnaval es una de las fiestas más populares. Se celebra en los países que tienen tradición cristiana, precediendo a la cuaresma. Por lo general, en muchos lugares se celebra durante tres días, y se los designa con el nombre de carnestolendas, y son los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza, que es el día en que comienza la cuaresma en el Calendario Cristiano.
   Se supone que el término carnaval proviene del latín medieval "carnelevarium", que significaba "quitar la carne" y que se refería a la prohibición religiosa de consumo de carne durante los cuarenta días que dura la cuaresma.
   Hay países en que se comienza la celebración del carnaval en distintas fechas, como en algunos lugares de Alemania en que se inicia el 11 del 11 a las 11 horas 11 minutos. O los hay que lo comienzan no bien termina la Epifanía, el 6 de enero. En otros lugares es tradicional comenzar el jueves anterior al Miércoles de Ceniza, y lo denominan Jueves Graso, como sucede en Italia.
   En ciertos países en que el Carnaval está muy arraigado como celebración popular, y ya alejada de su significado religioso, alargan los festejos a los fines de semana del mes de febrero y a veces el primer fin de semana de marzo.

LA CUARESMA

   La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
   La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.
   El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.
   En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.
   Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.
   La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.
   En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido de ceros significa el tiempo de la vida en la tierra, seguido de pruebas y dificultades.
La práctica de la Cuaresma data desde el siglo IV, cuando se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia.           Conservada con bastante vigor, al menos en un principio, en las iglesias de oriente, la práctica penitencial de la Cuaresma ha sido cada vez más aligerada en occidente, pero debe observarse un espíritu penitencial y de conversión.

sábado, 18 de febrero de 2012

PORTICO DE LA GLORIA

   El pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela es un pórtico de estilo románico realizado por el maestro Mateo y su taller por encargo del rey Fernando II, quien donó a este efecto cien maravedís anuales, entre 1168 y 1188, fecha ésta última que consta inscrita en piedra en la catedral como la de su finalización. El 1 de abril de 1188 se colocaron los dinteles del pórtico y la conclusión del conjunto se demoró hasta el año 1211, momento en el que se consagró el templo con la presencia del rey Alfonso IX.
   El pórtico se divide en tres arcos de medio punto que se corresponden con cada una de las tres naves de la iglesia, sostenidos por gruesos pilares con columnas adosadas. El arco central es el mayor, es el único que posee tímpano y está dividido por una columna central, el parteluz, con la figura de Santiago. Verticalmente, la franja inferior está formada por las bases de las columnas, decoradas con animales fantásticos, la franja media está formada por columnas que sustentan las estatuas adosadas de los Apóstoles y la superior por los arcos que coronan las tres puertas. El conjunto escultórico pretende ser una representación iconográfica de diferentes símbolos tomados del Apocalipsis de san Juan y de otros textos del Antiguo Testamento.

Tímpano

   A ambos lados de los evangelistas, detrás de san Marcos y san Lucas, aparecen cuatro ángeles a cada lado con los instrumentos de la Pasión de Cristo. Unos llevan, sin tocarlos directamente, la cruz y la corona de espinas y la lanza y los cuatro clavos, otros la columna en la cual fue azotado y la tinaja con la cual se lavó Poncio Pilato. Sobre las cabezas de estos ángeles, dos numerosos grupos de almas de los bienaventurados, cuarenta en total. En la arquivolta del tímpano central se encuentran sentados los veinticuatro ancianos del Apocalipsis, sosteniendo cada uno un instrumento musical, como preparando un concierto en honor de Dios. La disposición del tímpano está basada en la descripción de Cristo que hace el evangelista san Juan en el Apocalipsis. En el centro, se muestra el pantocrátor, con la imagen de Cristo en Majestad, mostrando en las manos y en los pies las heridas de la crucifixión. Rodeando a Cristo, el tetramorfos con las figuras de los cuatro evangelistas  con sus atributos: a la izquierda, arriba san Juan  y el águila y abajo san Lucas  con el buey; a la derecha, arriba san Mateo sobre el cofre del recaudador de tributos y abajo san Marcos y el león.


Parteluz

   En el parteluz o mainel se encuentra la figura sedente de Santiago Apóstol con un bastón de peregrino, como patrón de la basílica. Santiago aparece con un pergamino donde figura escrito Misit em Dominus. La columna acaba sobre su cabeza con un capitel donde se representan las tentaciones de Cristo en tres de sus caras; en la que mira hacia el interior del templo, rezan dos ángeles arrodillados. Al pie del santo hay otro capitel con las figuras de la Santísima Trinidad. Bajo el Apóstol se representa el árbol de Jesé, nombre que recibe el árbol genealógico de Jesucristo desde Jesé, padre del rey David; es la primera vez que se representa este tema en la iconografía religiosa en la península Ibérica. La columna reposa sobre una base donde hay una figura con barba hasta el pecho y dos leones. Al pie de esta columna central, en la parte superior interior mirando hacia el altar mayor de la catedral, está la figura arrodillada del propio maestro Mateo, sosteniendo un cartel en que está escrito Architectus. A esta imagen se la conoce popularmente como «Santo dos croques», por la antigua tradición de los estudiantes de golpear su cabeza contra la figura para recibir sabiduría, tradición que fue adoptada posteriormente por los peregrinos, aunque se están tomando medidas para limitar el acceso para intentar frenar el deterioro que por este motivo ha sufrido la obra.


Jambas

   Los cuatro puntales del pórtico se sustentan sobre fuertes basamentos donde se representan grupos de diversos animales y cabezas humanas con barba. Para algunos autores estas figuras son imágenes de demonios, y simbolizan que el peso de la gloria aplasta al pecado. Otras fuentes le dan una interpretación apocalíptica, con guerras, hambre y muerte, situaciones que sólo se pueden salvar gracias a la inteligencia humana. En las columnas de la puerta central y en las dos puertas laterales aparecen representados apóstoles, profetas y otras figuras, con sus atributos iconográficos. Todas están coronadas con su respectivo capitel donde se representan diferentes animales y cabezas humanas con motivos de hojas. Todas las figuras estaban policromadas y con su nombre inscrito en los libros o pergaminos que sostienen en sus manos.


Puertas laterales

   El arco de la puerta izquierda representa escenas del Antiguo Testamento, con los justos que esperan la llegada del Salvador. En el centro de la primera arquivolta está Dios creador, que bendice al peregrino y sostiene el libro de la Verdad Eterna; a su derecha está Adán, Abraham y Jacob. Con ellos hay dos figuras más que podrían ser Noé  y Esaú o Isaac y Judá. A la izquierda de Dios vemos a Eva, Moisés, Aarón, el rey David y Salomón. En la segunda arquivolta, la superior, diez pequeñas figuras representan las doce tribus de Israel. El arco de la puerta derecha representa el Juicio Final. La doble arquivolta está dividida en dos partes iguales por dos cabezas. Algunos autores identifican estas cabezas con las figuras de san Miguel y Cristo, para otros son Cristo-Juez y un ángel, y otras fuentes indican que representan a Dios Padre y Dios Hijo. A la derecha de estas cabezas aparece representado el Infierno, con figuras de monstruos  que arrastran y torturan las almas de los condenados. A la izquierda, el Cielo con los escogidos, con figuras de ángeles con niños que simbolizan las almas salvadas.

domingo, 5 de febrero de 2012

LA IGLESIA PROTESTANTE

   La Iglesia Protestante se presenta como una búsqueda del cristianismo auténtico, un querer reflexionar sobre el cristianismo más ortodoxo, cuestionarlo y buscar la esencia del cristianismo.
Pero es sólo un intento, una declaración de intenciones, de ahí que el grito de guerra de la Iglesia Protestante fuera “Una iglesia reformada, siempre reformándose“.
   Hoy en día estamos acostumbrados a denominar “protestantes” a todos aquellos grupos cristianos que no pertenecen a la Iglesia Católica Romana, pero es difícil definir qué piensa sobre un tema en concreto la Iglesia Protestante, debido a que no hay un pensamiento único de todos los grupos protestantes, sino que cada uno tiene su propio criterio, que no tienen porqué coincidir entre ellos.

GUERRA DE LOS 30 AÑOS (TRATADO)

       El final de la 'Guerra de los 30 años'' comienza con ''El Tratado de Westfalia'' (1648).
   El Tratado de Westfalia o El Tratado de Münster/Osnabrück significó uno de los puntos más importantes dentro de la Historia Europea y Mundial. Ahí, al Este del Sacro Imperio Germánico, se firmó por primera vez un Tratado multilateral moderno. Por primera vez en la Historia europea, se habló de Estados-Naciones, de libertad de prédica religiosa y de limites internacionales. Ganadores salieron Francia, que durante la Guerra de los 30 años, jugó a 2 bandos; Suecia,que intervino en Alemania y logrando consolidarse como potencia, al menos durante el reinado de Gustavo Adolfo; Las Provicias Unidas, ahora llamadas Holanda, que tras años de rebelión, fueron reconocidas como independientes. Los Estados Papales perdieron la mayor parte de su poder, al ser el Calvinismo y el Luteranismo reconocidas como religiones oficiales. España siguió con su lentísima decadencia y Austria arrastró las derrotas de la Liga Católica. Por primera vez, la noción de Patria y Religión estaban separados en Europa; Desde ahí nació el Nationalismo como idea no sólo romantica, pero tambien como elemento fortificador en un país. 

95 TESIS DE MARTIN LUTERO



        El 31 de octubre de 1517 Martin Lutero clavo sus 95 tesis de son:

  1. Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: "Haced penitencia...", ha querido que toda la vida de los creyentes fuera penitencia.
  2. Este término no puede entenderse en el sentido de la penitencia sacramental que se celebra por el ministerio de los sacerdotes.
  3. Sin embargo, el vocablo no apunta solamente a una penitencia interior; antes bien, una penitencia interna es nula si no obra exteriormente diversas mortificaciones de la carne.
  4. En consecuencia, subsiste la pena mientras perdura el odio al propio yo, lo que significa que ella continúa hasta la entrada en el reino de los cielos.
  5. El Papa no quiere ni puede remitir culpa alguna, salvo aquella que él ha impuesto, sea por su arbitrio, sea por conformidad a los cánones.
  6. El Papa no puede remitir culpa alguna, sino declarando y testimoniando que ha sido remitida por Dios, o remitiéndola con certeza en los casos que se ha reservado. Si éstos fuesen menospreciados, la culpa subsistirá íntegramente.
  7. De ningún modo Dios remite la culpa a nadie, sin que al mismo tiempo lo humille y lo someta en todas las cosas al sacerdote, su vicario.
  8. Los cánones penitenciales han sido impuestos únicamente a los vivientes y nada debe ser impuesto a los moribundos basándose en los cánones.
  9. Por ello, el Espíritu Santo nos beneficia en la persona del Papa, quien en sus decretos siempre hace una excepción en caso de muerte y de necesidad.
  10. Mal y torpemente proceden los sacerdotes que reservan a los moribundos penas canónicas en el purgatorio.
  11. Esta cizaña, cual la de transformar la pena canónica en pena para el purgatorio, parece por cierto haber sido sembrada mientras los obispos dormían.
  12. Antiguamente las penas canónicas no se imponían después sino antes de la absolución, como prueba de la verdadera contrición.
  13. Los moribundos son absueltos de todas sus culpas a causa de la muerte y ya son muertos para las leyes canónicas, quedando de derecho exentos de ellas.
  14. Una pureza o caridad imperfectas traen consigo para el moribundo, necesariamente, gran miedo; el cual es tanto mayor cuanto menor sean aquéllas.
  15. Este temor y horror son suficientes por sí solos para constituir la pena del purgatorio, puesto que están muy cerca del horror de la desesperación.
  16. Al parecer, el infierno, el purgatorio y el cielo difieren entre sí como la desesperación, la cuasi desesperación y al seguridad de la salvación.
  17. Parece necesario para las almas del purgatorio que a medida que disminuya el horror, aumente la caridad.
  18. Y no parece probado, sea por la razón o por las Escrituras, que estas almas estén excluidas del estado de mérito o del crecimiento en la caridad.
  19. Y tampoco parece probado que las almas en el purgatorio, al menos en su totalidad, tengan plena certeza de su bienaventuranza ni aún en el caso de que nosotros podamos estar completamente seguros de ello.
  20. Por tanto, cuando el Papa habla de remisión plenaria de todas las penas, significa simplemente el perdón de todas ellas, sino solamente el de aquellas que él mismo impuso.
  21. En consecuencia, yerran aquellos predicadores de indulgencias que afirman que el hombre es absuelto a la vez que salvo de toda pena, a causa de las indulgencias del Papa.
  22. De modo que el Papa no remite pena alguna a las almas del purgatorio que, según los cánones, ellas debían haber pagado en esta vida.
  23. Si a alguien se le puede conceder en todo sentido una remisión de todas las penas, es seguro que ello solamente puede otorgarse a los más perfectos, es decir, muy pocos.
  24. Por esta razón, la mayor parte de la gente es necesariamente engañada por esa indiscriminada y jactanciosa promesa de la liberación de las penas.
  25. El poder que el Papa tiene universalmente sobre el purgatorio, cualquier obispo o cura lo posee en particular sobre su diócesis o parroquia.
  26. Muy bien procede el Papa al dar la remisión a las almas del purgatorio, no en virtud del poder de las llaves, sino por vía de la intercesión.
  27. Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando.
  28. Cierto es que, cuando al tintinear, la moneda cae en la caja, el lucro y la avaricia pueden ir en aumento, más la intercesión de la Iglesia depende sólo de la voluntad de Dios.
  29. ¿Quién sabe, acaso, si todas las almas del purgatorio desean ser redimidas? Hay que recordar lo que, según la leyenda, aconteció con San Severino y San Pascual.
  30. Nadie está seguro de la sinceridad de su propia contrición y mucho menos de que haya obtenido la remisión plenaria.
  31. Cuán raro es el hombre verdaderamente penitente, tan raro como el que en verdad adquiere indulgencias; es decir, que el tal es rarísimo.
  32. Serán eternamente condenados junto con sus maestros, aquellos que crean estar seguros de su salvación mediante una carta de indulgencias.
  33. Hemos de cuidarnos mucho de aquellos que afirman que las indulgencias del Papa son el inestimable don divino por el cual el hombre es reconciliado con Dios.
  34. Pues aquellas gracias de perdón sólo se refieren a las penas de la satisfacción sacramental, las cuales han sido establecidas por los hombres.
  35. Predican una doctrina anticristiana aquellos que enseñan que no es necesaria la contrición para los que rescatan almas o confessionalia.
  36. Cualquier cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho a la remisión plenaria de pena y culpa, aun sin carta de indulgencias.
  37. Cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o muerto, tiene participación en todos lo bienes de Cristo y de la Iglesia; esta participación le ha sido concedida por Dios, aun sin cartas de indulgencias.
  38. No obstante, la remisión y la participación otorgadas por el Papa no han de menospreciarse en manera alguna, porque, como ya he dicho, constituyen un anuncio de la remisión divina.
  39. Es dificilísimo hasta para los teólogos más brillantes, ensalzar al mismo tiempo, ante el pueblo. La prodigalidad de las indulgencias y la verdad de la contrición.
  40. La verdadera contrición busca y ama las penas, pero la profusión de las indulgencias relaja y hace que las penas sean odiadas; por lo menos, da ocasión para ello.
  41. Las indulgencias apostólicas deben predicarse con cautela para que el pueblo no crea equivocadamente que deban ser preferidas a las demás buenas obras de caridad.
  42. Debe enseñarse a los cristianos que no es la intención del Papa, en manera alguna, que la compra de indulgencias se compare con las obras de misericordia.
  43. Hay que instruir a los cristianos que aquel que socorre al pobre o ayuda al indigente, realiza una obra mayor que si comprase indulgencias.
  44. Porque la caridad crece por la obra de caridad y el hombre llega a ser mejor; en cambio, no lo es por las indulgencias, sino a lo mas, liberado de la pena.
  45. Debe enseñarse a los cristianos que el que ve a un indigente y, sin prestarle atención, da su dinero para comprar indulgencias, lo que obtiene en verdad no son las indulgencias papales, sino la indignación de Dios.
  46. Debe enseñarse a los cristianos que, si no son colmados de bienes superfluos, están obligados a retener lo necesario para su casa y de ningún modo derrocharlo en indulgencias.
  47. Debe enseñarse a los cristianos que la compra de indulgencias queda librada a la propia voluntad y no constituye obligación.
  48. Se debe enseñar a los cristianos que, al otorgar indulgencias, el Papa tanto más necesita cuanto desea una oración ferviente por su persona, antes que dinero en efectivo.
  49. Hay que enseñar a los cristianos que las indulgencias papales son útiles si en ellas no ponen su confianza, pero muy nocivas si, a causa de ellas, pierden el temor de Dios.
  50. Debe enseñarse a los cristianos que si el Papa conociera las exacciones de los predicadores de indulgencias, preferiría que la basílica de San Pedro se redujese a cenizas antes que construirla con la piel, la carne y los huesos de sus ovejas.
  51. Debe enseñarse a los cristianos que el Papa estaría dispuesto, como es su deber, a dar de su peculio a muchísimos de aquellos a los cuales los pregoneros de indulgencias sonsacaron el dinero aun cuando para ello tuviera que vender la basílica de San Pedro, si fuera menester.
  52. Vana es la confianza en la salvación por medio de una carta de indulgencias, aunque el comisario y hasta el mismo Papa pusieran su misma alma como prenda.
  53. Son enemigos de Cristo y del Papa los que, para predicar indulgencias, ordenan suspender por completo la predicación de la palabra de Dios en otras iglesias.
  54. Oféndese a la palabra de Dios, cuando en un mismo sermón se dedica tanto o más tiempo a las indulgencias que a ella.
  55. Ha de ser la intención del Papa que si las indulgencias se celebran con una campana, una procesión y una ceremonia, el evangelio deba predicarse con cien campanas, cien procesiones y cien ceremonias.
  56. Los tesoros de la iglesia, de donde el Papa distribuye las indulgencias, no son ni suficientemente mencionados ni conocidos entre el pueblo de Dios.
  57. Que en todo caso no son temporales resulta evidente por el hecho de que muchos de los pregoneros no los derrochan, sino más bien los atesoran.
  58. Tampoco son los méritos de Cristo y de los santos, porque éstos siempre obran, sin la intervención del Papa, la gracia del hombre interior y la cruz, la muerte y el infierno del hombre exterior.
  59. San Lorenzo dijo que los tesoros de la iglesia eran los pobres, mas hablaba usando el término en el sentido de su época.
  60. No hablamos exageradamente si afirmamos que las llaves de la iglesia constituyen ese tesoro.
  61. Esta claro, pues, que para la remisión de las penas y de los casos reservados, basta con la sola potestad del Papa.
  62. El verdadero tesoro de la iglesia es el sacrosanto evangelio de la gloria y de la gracia de Dios.
  63. Empero este tesoro es, con razón, muy odiado, puesto que hace que los primeros sean postreros.
  64. En cambio, el tesoro de las indulgencias, con razón, es sumamente grato, porque hace que los postreros sean primeros.
  65. Por ello, los tesoros del evangelio son redes con las cuales en otros tiempos se pescaban a hombres poseedores de bienes.
  66. Los tesoros de las indulgencias son redes con las cuales ahora se pescan las riquezas de los hombres.
  67. Respecto a las indulgencias que los predicadores pregonan con gracias máximas, se entiende que efectivamente lo son en cuanto proporcionan ganancias.
  68. No obstante, son las gracias más pequeñas en comparación con la gracia de Dios y la piedad de la cruz.
  69. Los obispos y curas están obligados a admitir con toda reverencia a los comisarios de las indulgencias apostólicas.
  70. Pero tienen el deber aún más de vigilar con todos sus ojos y escuchar con todos sus oídos, para que esos hombres no prediquen sus propios ensueños en lugar de lo que el Papa les ha encomendado.
  71. Quién habla contra la verdad de las indulgencias apostólicas, sea anatema y maldito.
  72. Mas quien se preocupa por los excesos y demasías verbales de los predicadores de indulgencias, sea bendito.
  73. Así como el Papa justamente fulmina excomunión contra los que maquinan algo, con cualquier artimaña de venta en perjuicio de las indulgencias.
  74. Tanto más trata de condenar a los que bajo el pretexto de las indulgencias, intrigan en perjuicio de la caridad y la verdad.
  75. Es un disparate pensar que las indulgencias del Papa sean tan eficaces como para que puedan absolver, para hablar de algo imposible, a un hombre que haya violado a la madre de Dios.
  76. Decimos por el contrario, que las indulgencias papales no pueden borrar el más leve de los pecados veniales, en concierne a la culpa.
  77. Afirmar que si San Pedro fuese Papa hoy, no podría conceder mayores gracias, constituye una blasfemia contra San Pedro y el Papa.
  78. Sostenemos, por el contrario, que el actual Papa, como cualquier otro, dispone de mayores gracias, saber: el evangelio, las virtudes espirituales, los dones de sanidad, etc., como se dice en 1ª de Corintios 12.
  79. Es blasfemia aseverar que la cruz con las armas papales llamativamente erecta, equivale a la cruz de Cristo.
  80. Tendrán que rendir cuenta los obispos, curas y teólogos, al permitir que charlas tales se propongan al pueblo.
  81. Esta arbitraria predicación de indulgencias hace que ni siquiera, aun para personas cultas, resulte fácil salvar el respeto que se debe al Papa, frente a las calumnias o preguntas indudablemente sutiles de los laicos.
  82. Por ejemplo: ¿Por qué el Papa no vacía el purgatorio a causa de la santísima caridad y la muy apremiante necesidad de las almas, lo cual sería la más justa de todas las razones si él redime un número infinito de almas a causa del muy miserable dinero para la construcción de la basílica, lo cual es un motivo completamente insignificante?
  83. Del mismo modo: ¿Por qué subsisten las misas y aniversarios por los difuntos y por qué el Papa no devuelve o permite retirar las fundaciones instituidas en beneficio de ellos, puesto que ya no es justo orar por los redimidos?
  84. Del mismo modo: ¿Qué es esta nueva piedad de Dios y del Papa, según la cual conceden al impío y enemigo de Dios, por medio del dinero, redimir un alma pía y amiga de Dios, y por que no la redimen más bien, a causa de la necesidad, por gratuita caridad hacia esa misma alma pía y amada?
  85. Del mismo modo: ¿Por qué los cánones penitenciales que de hecho y por el desuso desde hace tiempo están abrogados y muertos como tales, se satisfacen no obstante hasta hoy por la concesión de indulgencias, como si estuviesen en plena vigencia?
  86. Del mismo modo: ¿Por qué el Papa, cuya fortuna es hoy más abundante que la de los más opulentos ricos, no construye tan sólo una basílica de San Pedro de su propio dinero, en lugar de hacerlo con el de los pobres creyentes?
  87. Del mismo modo: ¿Qué es lo que remite el Papa y qué participación concede a los que por una perfecta contrición tienen ya derecho a una remisión y participación plenarias?
  88. Del mismo modo: ¿Que bien mayor podría hacerse a la iglesia si el Papa, como lo hace ahora una vez, concediese estas remisiones y participaciones cien veces por día a cualquiera de los creyentes?
  89. Dado que el Papa, por medio de sus indulgencias, busca más la salvación de las almas que el dinero, ¿por qué suspende las cartas e indulgencias ya anteriormente concedidas, si son igualmente eficaces?
  90. Reprimir estos sagaces argumentos de los laicos sólo por la fuerza, sin desvirtuarlos con razones, significa exponer a la Iglesia y al Papa a la burla de sus enemigos y contribuir a la desdicha de los cristianos.
  91. Por tanto, si las indulgencias se predicasen según el espíritu y la intención del Papa, todas esas objeciones se resolverían con facilidad o más bien no existirían.
  92. Que se vayan, pues todos aquellos profetas que dicen al pueblo de Cristo: "Paz, paz"; y no hay paz.
  93. Que prosperen todos aquellos profetas que dicen al pueblo: "Cruz, cruz" y no hay cruz.
  94. Es menester exhortar a los cristianos que se esfuercen por seguir a Cristo, su cabeza, a través de penas, muertes e infierno.
  95. Y a confiar en que entrarán al cielo a través de muchas tribulaciones, antes que por la ilusoria seguridad de paz.


    jueves, 2 de febrero de 2012

    DOCTRINA DE LUTERO

       El luteranismo es un movimiento religioso cristiano protestante fundado institucionalmente por el monje alemán Martín Lutero (1483-1546). Se considera la fecha del 31 de octubre de 1517 como el día de nacimiento de esta rama del cristianismo, en la que se colocaron las 95 tesis sobre la eficacia de las indulgencias en la puerta de la Iglesia de Todos los Santos en Wittenberg, Alemania. El luteranismo cree en Jesucristo como su fundador espiritual, Dios uno y trino, es decir: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. La interpretación bíblica que tuvo de que Dios no juzga a los hombres por sus obras buenas, sino más bien por su fe, proporciona a Lutero la base fundamental de su pensamiento.
       El pensamiento de Lutero se basa en el concepto de la justificación por la fe, que negaba cualquier teoría romana/ortodoxa respecto a los méritos personales aplicables a la salvación, la mediación de los santos y la veneración de las imágenes. Denunció la venta de indulgencias y la obtención de los perdones a cambio de bienes, así como la venta de cargos eclesiásticos.
       El luteranismo rechaza la primacía y autoridad romana del papado como institución divina. Niega la tradición dogmática de la existencia del purgatorio. El movimiento protestante iniciado por Lutero afirma el valor único de las Escrituras y la supremacía de la fe en Jesucristo. Lutero desarrolla la doctrina del Sacerdocio Universal, en donde afirma que las Escrituras pueden ser entendidas por todos los creyentes y que cada uno puede examinarlas libremente gracias a la creación de la imprenta. Según Lutero, todos los creyentes son sacerdotes en virtud de los sacrificios espirituales de un corazón arrepentido en oración.
       La doctrina del luteranismo es esencialmente distinta del catolicismo romano y que guarda algunas diferencias con el actual movimiento evangélico.
    • 1. Sacramentos: Para los luteranos Cristo instituyó dos sacramentos: el Santo Bautismo y la Eucaristía o Santa Cena.
    • 2. Imágenes: En contra de lo que normalmente se puede pensar, los luteranos, si bien no son tan afines a la imaginería religiosa como los católicos romanos, sí permiten las imágenes como medio de enseñanza.
    • 3. Liturgia: Los luteranos tienen una liturgia histórica proveniente de la Misa pre-tridentina y en casi todos los casos es más conservadora que la católica romana. En algunos casos, no obstante, se puede apreciar cierta similitud en los cultos o reuniones con las formas contemporáneas de las iglesias evangélicas de hoy en día.
    • 4. Vestimentas y costumbres: En contraposición con el catolicismo y en total concordancia con el evangelicalismo, los pastores o ministros pueden contraer matrimonio, pueden ejercer actividades económicas lucrativas en favor propio o de la iglesia. Una característica que se conserva del catolicismo es la vestimenta que emplean los líderes espirituales, que es parecida a la de la Iglesia Católica.

    miércoles, 1 de febrero de 2012

    ALGUNOS PRODUCTOS QUE LLEGARON DEL NUEVO MUNDO A EUROPA

      Algunos productos que los españoles conocieron en el Nuevo Mundo y se trajeron al viejo se encuentra la patata, la calabaza, el tomate, el cacao, la vainilla, el pimiento, la palta o aguacate, el zapallo, el poroto (nuevas variedades de judía o frijol), el girasol, la mandioca, el maní, la palta, bebidas fermentadas etc.
       También se descubrieron nuevos productos para el consumo que con el tiempo crearían en torno suyo, formidables y descomunales industrias, las cuales hoy generan cientos de miles de millones en divisas todos los años en su desarrollo, transporte y comercio. Las mas importantes son la goma y el tabaco.

    FRAY ANTONIO MONTESINOS

       Antonio de Montesinos (1480 – 1540) fue un dominico que destacó en la lucha contra el abuso al que se sometía a los indígenas en el continente americano y que causó la conversión posterior de Fray Bartolomé de las Casas a su defensa de los indios.
       Fue en 1511, en Santo Domingo, cuándo Montesinos pronunció el famoso “Ego Vox Clamantis in deserto”, también conocido Sermón de Adviento (llamado así porque se produjo durante la celebración del Cuarto Domingo de Adviento, 30 de noviembre) contra la encomienda y la esclavitud de los nativos de las Indias.
       Este sermón no tuvo mucho efecto práctico, pero sirvió para que el padre Las Casas, testigo de excepción de ese momento, reaccionara contra esa situación.
       A modo de consecuencia directa de los esfuerzos  de Montesinos surgen las leyes de Burgos de 1512 en las que se emitían órdenes de la corona requiriendo el buen trato de los taínos y su protección.

    BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

       Bartolomé de las Casas nació en Sevilla (España) el 24 de agosto de 1474. Fue hijo de don Pedro de Las Casas, quien participó en el Segundo Viaje de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo. En su juventud estudió el idioma Latín en Salamanca.
       En 1502, llegó a la isla La Española (Santo Domingo), y se dedicó a la extracción de oro explotando a los indios de su encomienda. En 1506 regresó a España, y se convirtió en sacerdote. Regresó a La Española en 1508 y participó en varias expediciones contra los indígenas. Pero en 1514, influido por la prédica indigenista del fraile Antonio de Montesinos, renunció a sus encomiendas, para convertirse en un acérrimo defensor de los nativos que estaban siendo exterminados cruelmente por los conquistadores.
       Primero ante el rey Fernando "El Católico" y después ante Carlos I, Bartolomé de las Casas criticó duramente los crueles métodos de explotación que padecían los indios. Gracias a sus gestiones en 1542 la Corona promulgó las "Leyes Nuevas", donde se prohibió la esclavitud de los indígenas, quienes pasaron a ser vasallos tributarios del Rey de España.
       En 1543, fue nombrado Obispo de Chiapas (Sur de México), cargo que ejerció hasta 1547, año en que regresó a España. Allí siguió defendiendo a los indios hasta que falleció en Madrid en 1566.
      Su obra escrita más conocida es "Brevísima relación de la destrucción de las Indias", donde relató las crueldades de los conquistadores durante la invasión a América.

    ENCOMIENDA


      La encomienda fue una institución socio-económica mediante la cual un grupo de individuos debía retribuir a otros en trabajo, especie o por otro medio, por el disfrute de un bien o por una prestación que hubiesen recibido.
       La institución del Siervo sujeto a un Señorío estaba establecida en toda Europa. Así, existía una relación de dependencia por la que el más fuerte daba protección al más débil a cambio de comprometerse a guardar fidelidad y entregarle determinados servicios.
       En las órdenes militares. En Castilla y Aragón durante la Edad Media, se trataba de territorios, inmuebles, rentas o beneficios pertenecientes a una orden militar a cuyo frente se encontraba un caballero de hábito, denominado comendador que era nombrado por el maestre de la orden. Constituyeron auténticas circunscripciones de las órdenes.
      En cuanto a la iglesia. Se dice también encomienda a la donación de una entidad eclesiástica vacante a una persona eclesiástica a la que se denominaba comendador, que debía cuidar de la misma hasta que se cubriera oficialmente el puesto.

    REDUCCIONES DE LOS JESUITAS

       La palabra "Reducciones" se usaba en la época como "comunidad" ya que significaba reunir o congregar en asentamientos de misión.
       La Reducciones del Paraguay fueron la obra de misioneros de la Compañía de Jesús llamados Jesuitas. Fueron fundados por San Ignacio de Loyola como Orden misionera en 1540. Su razón de predicar el evangelio era para "la mayor gloria de Dios y bien de las almas". En 1549, solo nueve años después de fundar la Orden, San Ignacio envió a Manuel de Nóbrega y seis compañeros a Brasil. Trabajando desde Sao Paulo, se adentraban en las junglas para evangelizar a los nativos.
    En 1604 Roma constituyó la región del Paraguay como una "provincia" aparte para los jesuitas. Este territorio incluía los territorios actuales de Argentina, Chile, Bolivia, partes de Brasil y Paraguay. Una territorio aproximadamente del tamaño de Europa occidental.
       Ya antes el trabajo evangelizador había comenzado gracias a los Franciscanos que llegaron al Paraguay con los fundadores de la Asunción, el 15 de agosto, de 1537. Ellos comenzaron a organizar a los indios en asentamientos. El franciscano Luis Bolaños redactó la primera gramática, el primer diccionario y un libro de oraciones en guaraní.
     Los Paulistas capturaban miles de indios para venderlos como esclavos. Ellos destruyeron totalmente las primeras dos Reducciones del Paraguay. Por otra parte, los encomenderos, colonizadores encargados de las jornadas de trabajo, trataban a los indios como esclavos.
       Los Jesuitas comprendieron que para proteger a los indios había que hacer comunidades separadas de las zonas colonizadas por los europeos. Allí podrían vivir con libertad y dignidad, aunque tuviesen que pagar tasas a la Corona. Así llegaron a establecer y administrar 30 pueblos de la zona del río Paraná hasta su expulsión en 1768 por orden de Carlos III rey de España. Hoy día solo persisten ocho, de los demás quedan solo ruinas y recuerdos. Suele llamárseles "las ciudades perdidas del Paraguay". Estas ruinas están en 3 países, Paraguay, Argentina y Brasil.
      Para defender a los indios, los jesuitas correctamente insistían que la obra misionera caía dentro de la competencia del Papa y no de los reyes de España. Los Jesuitas trataron de mantener a sus indios aislados de los colonizadores españoles por dos importantes motivos: proteger a los indios de ser esclavizados y aislarlos de la inmoralidad que era común entre tantos europeos.
      Rara vez algún indio abandonó las Reducciones mientras los Jesuitas las gobernaban, y nunca mataron a ningún jesuita. Los indios de las Reducciones nunca hicieron un intento importante de rebelión. Algo muy extraordinario entre las instituciones humanas.
       La orden del rey Carlos III para expulsar a los Jesuitas en el año 1768 obedece a diversos factores: Los poderes europeos no toleraban ningún tipo de expresión fuera de sus intereses colonialistas. La envidia y el afán de apoderarse de los indios y de los logros obtenidos.
    Destruyeron la obra de Dios para asegurar el suministro de trabajadores indios esclavos para el estado y para los colonos.
       Las Reducciones no se disolvieron inmediatamente. Reemplazaron a los jesuitas con nuevos directores seculares que no tenían los ideales de los jesuitas. Los mas afortunados entre los guaraníes retornaron a la selva o emigraron a Buenos Aires donde se sirvieron del entrenamiento como artesanos que habían aprendido en las Reducciones. Lo cierto es que hubo una rápida disminución de la población.

    EXPULSIÓN DE LOS JESUITAS

       La expulsión de los jesuitas de los Estados católicos europeos en los años de 1759 a 1768, así como la posterior abolición de la Compañía, es consecuencia del enfrentamiento entre dichos Estados y la Curia romana, manifestación a su vez de las tendencias ilustradas, reformadoras y laicistas que condujeron a un regalismo extremado, según el cual el poder de los príncipes se entiende absoluto y exento de la jurisdicción y de las atribuciones asumidas por la potestad pontificia a partir de desfasados principios de raíz medieval. 
       La política que contra los jesuitas puso en práctica Carlos III tuvo especial incidencia en los territorios italianos ya independientes de España pero sumisos a las decisiones de la corte de Madrid: en el caso del reino de Nápoles se advierte la extrapolación de las razones que indujeron al rey español a decretar la expulsión y el paralelismo del procedimiento seguido en la corte del rey Fernando, influido tanto por su padre y por los ministros españoles como por el Secretario de Estado napolitano, el Marqués de Tanucci, anticurialista furibundo. En este artículo sus autores, aún centrándose en lo acontecido en las Dos Sicilias, demuestran la interferencia de argumentos doctrinales, conceptos filosóficos sobre la esencia de la potestad soberana, problemas de contenido social y conflictos de índole económica que viven todos los Estados implicados en este asunto, así como las tensiones y los intereses de las potencias europeas que encuentran en la cuestión jesuítica el pretexto para hacerse manifiestos.